Unidad biológica
En muchas ocasiones he podido leer que la palabra yoga deriva de la raíz sánscrita “yug” que significa Unir. Evidentemente esto puede interpretarse de muchas formas, lo cual puede confundirnos bastante a la hora de encaminar nuestra práctica. Si observamos de cerca el cuerpo humano, veremos que en sí mismo expresa una unidad biológica, detalle que no debería pasarse por alto en la práctica. Esta unidad de la que hablo no sólo se refiere al aspecto físico, sino que incluye todos los aspectos del ser, independientemente de cuáles sean las clasificaciones que hagas: físico, psíquico, emocional, energético, espiritual… Digo esto porque, si esta unidad es inherente al ser humano, ¿qué se supone que tengo que unir? En realidad nada, no puedes estar más unido de lo que estás con la vida y con todo lo que ello implica; tampoco te puedes separar de ella, a no ser que te mueras.
Más allá de la visión mecanicista
A pesar de la visión habitual en Occidente, que aborda el cuerpo como un conjunto de partes que funcionan por separado, la experiencia desde la perspectiva que ofrece la práctica de posturas de yoga puede ser, y de hecho lo es, muy distinta.El hecho de que la mente perciba como lo hace, crea la sensación en el individuo de que estamos compuestos de partes, es decir: pies, piernas, brazos, manos, etc. Esta percepción se intensifica desde la perspectiva médica occidental del cuerpo: un sistema digestivo, un sistema óseo-muscular, otro nervioso… Esta clasificación es fruto de una visión superficial mecanicista, como si el cuerpo humano se pudiera construir como un coche o algo parecido. Aunque juntáramos varios miembros constituyendo varios sistemas, es evidente que no construiríamos un ser humano. Por lo tanto, se puede afirmar que esta visión del cuerpo sólo es una forma que la mente tiene de interpretarlo.
Nada ocurre aisladamente en el cuerpo
Si nos adentramos en la experiencia del cuerpo, desprendiéndonos de los condicionamientos mentales, se puede sentir de una forma vivencial que las acciones en el cuerpo no ocurren aisladamente, y que para alargar un brazo la acción debe estar sustentada por el resto del cuerpo. El resto del cuerpo es “todo” el resto del cuerpo, porque si hay alguna parte del cuerpo que no secunda el estiramiento del brazo, es probable que éste se estire creando conflicto o no se estire completamente. No sólo a nivel muscular necesita el brazo una compensación del resto de la musculatura, sino que intervienen un sinfín de acciones que la mente es incapaz de determinar durante la acción. En esta cadena de acciones se expresa la “inherente unidad” entre los diferentes aspectos o niveles del ser humano. Esto es de suma importancia para un practicante de yoga, incluso si no lo sabe, ya que cualquier mejora a nivel estructural generará una mejora en el resto de las “partes”, de tal manera que al trabajar la integridad a nivel estructural, estás trabajando la integridad en el resto de los sistemas: respiratorio, digestivo, circulatorio, etc. De la misma manera que no hay una separación entre nuestros sistemas, tampoco la hay entre los diferentes aspectos del ser. Dicho de una manera más simple: no hay una separación de nuestra parte física, de nuestras emociones, o nuestra condición de seres espirituales – cuerpo mente y espíritu forman un todo unificado que, al mismo tiempo, es un holograma de la conciencia que refleja un microcosmos desde un macrocosmos.
La clave está en la relajación
Por lo tanto no puedes unir lo que ya está unido, en todo caso puedes hacerte consciente de esta unidad, por lo que encuentro más acertado dirigir la práctica del yoga hacia el acto de observar esta unión, más que hacia la intención de unir algo.
Esto implica una actitud de confianza en el proceso de la vida y un volverse íntimo con las sensaciones que destila nuestra práctica. No necesitas enseñarle a una célula de tu hígado cómo ser célula de tu hígado, ni tienes que enseñarles a tus riñones cómo deben depurar la sangre – esa información está implícita en tu ADN, el código genético de la especie, al igual que el resto de informaciones que necesitas para sentirte pleno, unido o completo, por expresarlo de algún modo. La propuesta fundamental del yoga es reconocer esa información de una forma en la que te sientas seguro. Cuando te sientes totalmente seguro, te relajas y de esta relajación profunda, que viene de una experiencia celular e incluso atómica, es de donde surge esa paz que traspasa todo entendimiento. En realidad no has unido nada, tan solo se ha revelado esta unidad de vida que se expresa a través del cuerpo, como vehículo o receptáculo de conciencia finito.
Puede ser que esta apreciación te parezca insignificante, pero a través de la práctica de posturas de yoga, si están bien utilizadas, la conciencia del observador acaba por disolverse en lo observado, que no es más que una expresión de la Conciencia pura. Pero si pones énfasis en un “yo” intentando unir algo, lo más probable es que acabes reforzando esa sensación del “yo” y al mismo tiempo la sensación de estar separado de algo. Por esta razón encuentro, como poco, interesante, no tan solo matizar las implicaciones de unir o unión, sino también reconocer la obviedad de esta unidad biológica que expresa el ser humano.