Como profesor de Yoga me he encontrado en situaciones realmente extrañas con respecto al Yoga. Parece haber una corriente de gente que quiere practicar Yoga pero no siempre con los mismos objetivos ni las mismas razones. ¿Pero a qué responde esa necesidad realmente? La cosa sería mucho mas sencilla si la gente reconociera qué es exactamente lo qué le pasa, y entonces nos evitaríamos muchas deformaciones en la práctica de Yoga.
Al Yoga se le han atribuido infinidad de técnicas y variantes que no hacen más que confundir a los practicantes y desviar la atención y al final lo que tenemos es un modo de refinar nuestras ansiedades, una especie de olla a presión que en el momento más inesperado acaba reventando.
La practica de Yoga ocurre en un contexto muy determinado, que es el cuerpo. Los yoguis proponen aclarar la realidad del cosmos, leyéndola en el marco del microcosmos del cuerpo. Se valen de la característica holográfica del universo y por lo tanto del cuerpo para realizar su indagación. Por lo tanto al Yoga no le importa el análisis científico objetivo, sino la experiencia subjetiva personal. -Y se oye de fondo… “ah! Ahora entendí el porqué de la práctica”-.
¿Qué elementos debe tener ésta práctica para cumplir su cometido de aclarar la realidad del cosmos?
Lo primero de todo empezaremos por la presunción de inocencia. Tu indagación no debe estar fundamentada en el miedo, la intimidación y la amenaza. ¿Por qué digo esto? Por qué si echas un vistazo a las revistas y artículos de yoga, en su mayoría proponen que tienes que ser mejor, más sensible, más puro, más ecuánime, más consciente, más humilde, y todo lo habitual. Es decir, dan por sentado que no lo eres. O al menos no lo suficiente, y claro, por eso sufres y debes practicar, para mejorar tus deficiencias. Con este planteamiento tu práctica se vuelve una obligación para tapar tu vergüenza. ¿de qué te va a liberar eso? ¿no es más carga de la que ya tienes? Realmente no hay nada malo en ti, desde la perspectiva de la Consciencia, eres completo y nada te puede completar, como el agua no puede ser más mojada, ni el fuego más cálido, son lo que son; intrínsecamente perfectos, como tú.
Si soy perfecto ¿por qué Yoga? El que seas perfecto no implica que lo sepas, y mucho menos que te lo creas, así que surge la sensación de estar desubicado, como si algo no encajara en tu vida, entonces empiezas a buscar, y eso lo produce la Conciencia, así que tanto si surge como si no, está bien. Pero si surge, la naturaleza de la necesidad provocará tu necesidad de satisfacerla, y seguramente ya no pararás hasta que se resuelva. La forma que ésta búsqueda adopte puede ser de muy diversas índoles. Por eso lo más importante es aclarar qué buscas. En realidad tanto el Budha como Patanjali lo describen con claridad, pero quizás no haya sido interpretado con tanta precisión ni acierto. Tan sólo se trata de conocer nuestros mecanismos de percepción, y aclarar a la nítida luz de la Conciencia, la tendencia de la mente a interpretar afectada por el condicionamiento, confundiendo en la mayoría de los casos los hechos aparentes con los reales. Al basar nuestras vidas en esta forma de percibir personalizamos lo impersonal y surgen los sufridores y los culpables. Esto es maya, la ilusión a la que el Budha se refirió. Así que tenemos una definición, algo que a nuestra mente le encanta.
Patanjali en los Yogasutras describe magistralmente el proceso que te lleva al estado de Yoga, pero en ningún momento suscribe técnica alguna y mucho menos la posibilidad de que esto suceda por un acto de voluntad personal, independiente del cosmos, cosa que por otro lado es imposible. Lo que nos deja en una situación bastante precaria, aunque eso sí, rica en sus posibilidades.
El proceso de reconocer la naturaleza de la mente debe estar desprovisto de todo aquello con lo que la mente se pueda identificar, lo cual es un problema, ya que la supuesta personalidad que pretende conocer el terreno es el obstáculo en si mismo, pero no nos queda más remedio que partir de ésta personalidad, ya que es de lo que en principio disponemos. Es por ello que la propuesta de la práctica de posturas de Yoga se centra en el cuerpo, y progresivamente, a través de un proceso de internalización de la atención en las sensaciones orgánicas la mente deja de atender a los estímulos de los sentidos (pratyahara) quedando así la posibilidad de concentrar la atención en los aspectos sutiles del cuerpo (darhana).
Las sutilezas de la relajación.
Si algo tiene que ver con que esta atención suspendida en las sutilezas se prolongue en el tiempo es la relajación, cualquier tensión en el cuerpo llamará la atención y nos llevará de vuelta al mundo de los sentidos. No pasa nada, sólo que es donde habitualmente nos encontramos y no se revela nada. Sin embargo, si la atención se mantiene atraída por las sutilezas, fruto de la profunda relajación, pronto se revela la actividad mental como algo ajeno al observador. Es un primer paso de desidentificación: si puedo observar la actividad mental y su contenido es que no son yo. En el marco de esta revelación, además de evidenciarse la impersonalidad del flujo de pensamientos, se disuelve la sensación del yo y la conciencia advierte un vasto vacío amorfo donde la separación entre observador y observado se disuelve por momentos (dhyana) quedando al descubierto el mecanismo de percepción. El hecho de que la naturaleza de los mecanismos de percepción sea conocida, también revela los condicionantes de la misma y la naturaleza interrelacional de todas las cosas. Nuevamente este estado es fruto de una relajación más profunda y no de un acto de voluntad. En estado de dhyana el conocimiento adquirido es intuitivo más no es definible desde la mente dual, no requiere la condición espacio-temporal que percibimos habitualmente, es la meditación intuitiva que abre las puertas del conocimiento de la Consciencia. Es en ésta penetración de la mente en la naturaleza de los objetos donde se disuelven sus características, el objeto en si, su categorización y la interrelación de los mismos. Lo que equivale a decir que la brecha perceptual entre sujeto y objeto queda disuelta, esto es conciencia pura (samadhi). Cualquier técnica que conduzca a estos estados puede considerarse Yoga. Lo que lo dificulte no.
Parece que llegamos al resultado de la practica de Yoga. Se podría decir que este proceso ocurre en el marco de la relajación de las tensiones del cuerpo, por eso se asocia el efecto relajante a la práctica de Yoga. Para liberar la tensión del cuerpo, es necesario crear espacios en las articulaciones y reestructurar la función muscular, por eso muchos médicos lo recomiendan. Lo cierto es que se puede hacer un análisis de los diferentes efectos del Yoga en diferentes niveles;
en una primera etapa se pueden observar claros impactos anatómicos; cambios evidentes en nuestra anatomía que sientan muy bien, la mayoría de la gente hace yoga sólo por eso. A continuación le siguen impactos fisiológicos menos claros; Se equilibra la función digestiva, mejora el sistema respiratorio, se estimula la función circulatoria y linfática, aunque nadie te dirá que hace yoga por este tipo de cosas. Un poco más sutiles son los efectos neurológicos; principalmente una descompresión del sistema nervioso central, regulando toda la función glandular y los niveles de stress físico y mental, que desencadenan en todavía más sutiles efectos energéticos; esto es más difícil de definir en el cuerpo pero no imposible, al regularse las funciones glandulares hay más energía y vitalidad. Este proceso acaba resolviéndose en una nueva conciencia, lo que puede llamarse “impacto espiritual”. En ningún momento se trata de una imposición de reglas o costumbres, ni siquiera está presente, un modelo ideal hacia el que ir. Es así como se establecen los diferentes tipos de práctica, dependiendo de la idea que se tenga sobre lo que el Yoga provoca y lo desubicado que te encuentres, ya sea a nivel físico, mental o espiritual.